jueves, 8 de noviembre de 2012

Que aunque sea invierno tengo tu calor.

El momento clave de tu vida es cuando conoces a esa persona, y cómo de sopetón un día te levantas, sabiendo que estás jodida hasta el cuello, y que de repente te da jodidamente igual. Porque ya no quieres ser más tú, ni si quiera crees que merece la pena intentarlo, si no eres tú en su mundo. Y como autodidácticamente aprendes que las noches son una soberana mierda cuando no tienes a quien coger y que lo primero que haces al levantarte, por este orden es: buscarle, y seguidamente mirar el móvil por si acaso queda algún mensaje aún sin leer que te alegre la mañana, o con la esperanza de poder alegrársela a esa persona. Así que ya ves, ni tan tuya ni tan mía, ni de nadie, aunque quizás siempre un poquito mía y demasiado tuya. Porque la vida es así, yo te lo dejo todo, confiando que no me rompas por dentro, que de lo de fuera ya me ocupo yo. No tengo la más mínima esperanza en eso que llaman salvación del alma, no la quiero, ni la debo, porque no es mía. Tú ya me has salvado.

Entonces digo, que es ese momento en la vida, cuando te das cuenta, para bien o para mal, que estás jodidamente enganchada en esa persona, y que da igual cuantas veces caigas en el camino, porque siempre va a estar levantándote con una sonrisa y con un "que patosa eres". Porque el mejor momento del día es cuando vuelve a casa y me llega el mensaje de "Hola guapetona, ya estoy :)".

Lo peor es que para colmo, no me dejas otra elección más que seguir queriéndote un poquito más, como cada vez que me levanto y te veo, o cada cosa que me escribes, o las pelis a medias que vemos. Y es que así es imposible quitarse el mono que me entra cada día de verte para darte un beso aunque fuese.

Y lo mejor de todo, es que me encanta que todo esto me pase.