martes, 28 de febrero de 2012

Mi terreno es Hiroshima.

Al borde, al límite de la compostura. De la profunda respiración, que siempre acompañó a la locomotora de mi cabeza. No importa, nunca importó. Pero ahí estuvimos, resignados a aguantar hasta el último momento, la bomba atómica y nosotros cogidos de la mano.
Que no me preocupe... ¿¡Pero cómo no me voy a preocupar!? Ya lo sé, yo tengo que dejar que el vaivén de la marea me borre las penas, las angustias y mi profunda preocupación por ti. No sé, creo que seguimos obstinados, resignados, como si aún estuviéramos aguantando la segunda bomba nuclear. Pero ya lo sabes, si te vas será mi tercera guerra mundial personal.